En el año 2015 los países miembros de las Naciones Unidas establecieron el compromiso de alcanzar los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible como una continuación de los avances obtenidos con los Objetivos de Desarrollo del Milenio (2000-2015), esta vez con objetivos medibles y alcanzables y desde un enfoque más participativo y de corresponsabilidad entre los gobiernos, las corporaciones y la sociedad civil.
Nos encontramos en la que han denominado “década de acción” para el avance y cumplimiento de los 17 objetivos que conforman esta agenda. Tanto a nivel mundial como local se ha identificado la necesidad de empoderar a las mujeres y niñas fijada como el objetivo 5 para lograr la igualdad entre los géneros.
¿En qué consiste esta igualdad? En primera instancia, las mujeres y los hombres son iguales ante la ley con los mismos deberes y derechos civiles, políticos y sociales, al menos en el Estado y sociedad panameña, ya que en algunos lugares del mundo no sea ha logrado la igualdad formal o esta igualdad ante la ley para las mujeres y niñas, mucho menos la igualdad simbólica que consiste en superar la construcción de las relaciones a partir del androcentrismo, una visión que coloca a lo masculino y experiencias de los hombres, como medida central de todas las situaciones en la sociedad, la cultura y que además, escribe la historia de la humanidad.
“No somos iguales porque somos diferentes y es esto lo natural y deseable, pero lo grave es que somos tratadas y tratados como desiguales y a fuerza de ver estas prácticas tan repetidas, las aceptamos como naturalmente inevitables”. Rescato estas líneas de Hijas de la igualdad, herederas de injusticias, obra de la catedrática española María Elena Simón Rodríguez, que expresa que lo que se requiere solucionar es esta cuestión de los derechos, que en apariencia se han concedido y consolidado por igual, pero para que sean efectivos para las mujeres y niñas aún recurrimos a medidas compensatorias por ley o a “acciones positivas”, aquellas medidas creadas para eliminar las desigualdades en grupos históricamente discriminados ya sea por etnia, religión o nacionalidad. Así pues, las mujeres y niñas no solo viven desigualdades por su sexo sino también, según el lugar en el que nace o credo que profesa puede ser doble y triple discriminada en comparación a los hombres y niños.
Como sociedad civil ¿Qué podemos hacer para que se logre el objetivo de empoderar a mujeres y niñas?
En primer lugar, reconocer la importancia de las organizaciones e iniciativas ciudadanas que defienden y promueven los derechos políticos y electorales de las mujeres, ya que sus acciones contribuyen a aumentar su participación y representación de las mismas en cargos de poder.
Por último y no menos importante sensibilizar sobre el impacto en la vida cotidiana de las imágenes, descripciones y letras sexistas y no ignorar la relevancia que amerita en cómo impactan en el imaginario social, específicamente en la forma en como nos relacionamos. La sociedad civil puede exigir a las entidades gubernamentales con competencia en materia de medios de comunicación, la publicidad y en la industria de la música y el entretenimiento, que se dé el cumplimiento de las normativas nacionales y convenios internacionales ratificados por Panamá, para que se muestre una imagen equilibrada de los sexos y una mayor visibilidad de las mujeres como sujetos políticos.
El intercambio y la conectividad entre profesionales inicia con nuestras acciones.